Las personas que “están bien” tienen en común:

Las personas que “están bien” tienen en común: 

1- Saber lo que quiero: EL OBJETIVO 

Si viajas en un velero, sabiendo exactamente a dónde quieres ir, los probables cambios repentinos de la dirección del viento no te causarán un gran problema, porque te bastará con colocar las velas de manera que puedas seguir navegando en la dirección elegida. 

En cambio quien navega en el mar de la vida sin tener un rumbo está sometido a dirigirse a donde sople el viento; de esta manera las probabilidades de llegar a un puerto no deseado o de perderte en alta mar son elevadas. 

La primera pregunta a la que nos tenemos que responder es: 

“¿Qué es lo que verdaderamente quiero?” 

“¿Cuál es el resultado que estoy persiguiendo?”. 

Saber con claridad lo que se quiere en la vida, hace que se vuelva mucho más fácil el conseguirlo, porque ponemos en marcha nuestro sistema de navegación automático, que hace que nuestro cerebro se fije con más facilidad en las oportunidades que nos acercarán a nuestra meta. 

Si estás en un momento de tu vida en que no sabes lo que quieres, igualmente puedes marcarte un objetivo, en este caso, el objetivo será descubrir lo que quieres de verdad. 

Parece un matiz sutil, pero pruébalo y verás el mundo de oportunidades que se abren a tu alrededor. 

2- Saber para qué lo quiero: 

EL SENTIDO 

Aquí radica el secreto de la energía sin límites, la fuerza emotiva para seguir adelante, la capacidad de realizar cualquier sacrificio, la alegría de sentirte en el camino, la ilusión de vivir lo que has elegido, el impulso infinito del entusiasmo en su sentido más literal. 

Muy a menudo sabemos lo que deberíamos hacer, lo que es bueno para nosotros o lo que nos conviene pero no lo hacemos porque no tenemos motivos suficientes que nos entusiasmen. 

Cuando el “para qué” es lo suficientemente fuerte, el “cómo” nunca es un problema. 

Lo cierto es que nuestra motivación no está tan vinculada al objetivo en sí como a lo que pensamos… 

No es lo mismo querer tener mucho dinero, que querer tener mucho dinero para cuidar de tus hijos y que puedan estudiar en la universidad. 

3- Saber qué debo hacer para que suceda: 

EL PLAN DE ACCIÓN 

Si sabes exactamente lo que quieres y para qué lo quieres, serás capaz de encontrar la manera de crear y de obtener aquello en lo que te enfocas de manera continua, porque, evidentemente, la acción es imprescindible; ninguna preparación mental puede sustituirla por necesaria que sea también. 

Hay muchas maneras de conseguir un resultado determinado; si un camino no funciona pero estás enfocado en tu objetivo y tienes un sentido lo suficientemente importante, encontrarás otras maneras, podrás ser lo suficientemente flexible para encontrar otros medios. 

Tienes que tener claro tu destino, pero ser flexible en el camino. 

El Plan de Acción no tiene por qué ser algo que te limite, debe también estar hecho a tu medida, a tu manera de ser. 

Hay personas que lo diseñarán con detalle paso a paso, como un “viaje organizado”, a otras personas les gustará más darse márgenes de improvisación, marcar el destino y permitirse explorar diferentes caminos. 

Pero, en cualquier caso, ¡¡¡¡hay que ponerse en acción!!!! 

“¡No existen personas perezosas, sino personas con objetivos impotentes!” 

El mundo está lleno de personas a las que creemos “exitosas” según los criterios imperantes en nuestro modelo social actual, bien porque han logrado sus objetivos financieros o profesionales, porque aparentemente tiene una familia estupenda, son famosos o poseen grandes bienes materiales, y que, sin embargo, su vida está llena de emociones negativas y de estrés, que les hace sentir miedo, rabia, culpa, envidia, etc. Viven en continua tensión. 

Las personas que realmente tienen éxito en su vida son aquellas que además de alcanzar sus objetivos se sienten felices y realizadas. 

Viven una vida llena de emociones positivas e irradian bienestar.